Pollos contra gavilanes
Carlos Ornelas EXCÉLSIOR, 08-Abr-2009
Alonso Lujambio llega a dirigir la Secretaría de Educación Pública desprovisto de experiencia política y apoyo partidista. Ese es su déficit, no la ausencia de conocimiento sobre el sector educativo. Buenos políticos dieron brillo a esa dependencia, aunque nunca hubieran agarrado el gis. Y, si el presidente Calderón no modifica su relación política con Elba Esther Gordillo, Lujambio será, como sus antecesores, prisionero de la camarilla sindical. ¡Qué país! Manuel Bartlett y Josefina Vázquez Mota fueron removidos de la SEP por su respectivo jefe, al no alinearse a los deseos de la cabecilla del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Los dirigentes del SNTE son expertos en las maniobras políticas: están acostumbrados a negociar sin ceder, a prometer sin cumplir y a presionar con amenazas y un lenguaje agresivo. A pesar de que su presencia física es cada vez menos visible, la sombra de Elba Esther Gordillo cubre cada paso de sus validos, hoy envalentonados.
Aunque el presidente Calderón afirmó que necesita a Vázquez Mota en la Cámara baja, a mi juicio, es una forma elegante de despedirla. Ante la opinión informada, el Presidente ofrenda otra concesión al SNTE, no resulta un secreto que sus dirigentes exigían la cabeza de JVM, “para negociar con alguien que sepa escuchar”. Pero, si en realidad es una promoción política para Vázquez Mota, qué mal anda el Estado que funciona con base en lo que el “Presidente necesita”.
Pienso que mis compañeros, Ivonne Melgar y Enrique Aranda, al igual que otros columnistas, se equivocan al verla como la futura coordinadora de la fracción del PAN en la Cámara de Diputados. No lo creo así, pero, en todo caso, eso sería bueno para ella y por lo pronto la educación pública paga los costos. Me consta que Vázquez Mota no deseaba dejar la conducción de la SEP. Todavía la semana pasada manejaba su agenda con ganas de seguir ocupando la silla de Vasconcelos, confirmó varias citas para finales de abril o comienzos de mayo en Estados Unidos, entre ellas una conferencia en la Universidad de Columbia.
A fe mía, el Presidente la apartó de la SEP para mantener su acuerdo con la señora Gordillo y tratar de salvar la Alianza por la Calidad de la Educación que, según el SNTE, no prosperaba por la presencia de JVM en la SEP. La situación es la contraria, si en algo se avanzó en la ACE, que no fue mucho, se debió al empuje de Vázquez Mota, como el examen nacional de ingreso a la carrera docente. Las protestas de los maestros, especialmente en Morelos, debilitaron, aún más, a los líderes del sindicato. Sin embargo, para asombro de muchos, el Presidente apoyó las diatribas de los líderes sindicales contra su secretaria de Educación Pública, a quien le ordenó “ponerse las pilas”, o la degradó a mera operadora administrativa, al afirmar que la ACE era producto del trabajo político de su amigo Juan Camilo Mouriño. Y hoy manda a otro amigo cercano a conducir la SEP.
Alonso Lujambio no es académico, aunque ha publicado textos importantes, se desempeñó en el sector privado y alcanzó nombre al ser consejero electoral del IFE, en los tiempos en que el Instituto descolló bajo el liderazgo de José Woldenberg. Hoy Lujambio da el brinco del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública a la Secretaría de Estado más conflictiva. Allí va a requerir habilidades políticas, más que credenciales y prestigio, para lidiar con los hombres de Elba Esther. También va a precisar del apoyo del Presidente, ese que éste siempre le regateó a Vázquez Mota. Por lo pronto, el novel secretario tiene que decidir qué hacer en la Comisión Rectora de la ACE.
En los 28 meses de Vázquez Mota en la SEP, el gobierno de Calderón no fue capaz de cuajar un proyecto educativo, echó a la basura el Programa Sectorial de Educación 2007-2012, para reemplazarlo por la ACE. Y ésta no cumple en sus aspectos medulares porque afecta la vida sindical. Para medir la estatura del nuevo secretario de Educación Pública habrá que ver qué pasa en las semanas siguientes con la negociación de tres asuntos cruciales: 1) El examen nacional de ingreso a la profesión docente y el fin de la venta o herencia de plazas de los maestros que dejan el servicio; 2) la constitución de un organismo autónomo que se encargue de realizar esos concursos; 3) la reestructuración de la carrera magisterial. Además de calibrar si avanzará con la reforma en la educación media y observar su relación con el yerno de la señora Gordillo, quien parece que sigue su propia agenda en la educación básica.
El dilema del secretario en la Comisión Rectora no es menor. Si deja a los mismos representantes oficiales, el SNTE los va a descalificar, si pone a nuevos, será como mandar pollos contra gavilanes.
Retazos
Hago votos por que Alonso Lujambio sea un excelente secretario de Educación Pública. La sociedad demanda que el Estado dé resultados en la educación nacional. Sólo los mezquinos apuestan al fracaso. La ruina de la educación sería la devastación de México.
Carlos.Ornelas10@gmail.com
jueves, 9 de abril de 2009
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