Hoy viernes comentamos en la sesión con el 8o A, el artículo de la Dra. Herlinda Zozaya publicado en el suplemento Campus sobre la generación "ni-ni" y sus bemoles. HOy más tarde, encontré este artículo sobre el mismo aparecido en el periódico Reforma en su edición de este día. Aquí lo tienen y verán las diferentes perspectivas de abordaje. Saludos nocturnos.
'Generación nini'
Paz Fernández Cueto
19 Feb. 10
Sé que las cosas han cambiado, especialmente la manera como se relacionan los jóvenes cuando se empiezan a conocer. Sólo unos años atrás, acostumbrábamos lanzar al recién o a la recién conocida la típica pregunta que ayudaba a ubicarla(o) en el espacio, ¿estudias o trabajas?, resultando obvia la respuesta del interlocutor, quien invariablemente se colocaba en uno de los dos campos de acción. La mayor parte estudiaba, no faltando quien hubiera interrumpido los estudios para hacerse cargo del negocio familiar, quizá por necesidad o simplemente por cuestiones de gusto. Ciertamente, para algunos trabajar y ganar dinero les resultaba, a corto plazo, mucho más atractivo. Recientemente he descubierto un término desconocido, algo inédito, con el que se designa a toda una generación de jóvenes de entre los 12 y 19 años; los identifican como "ninis" porque ni estudian ni trabajan. ¿Cuántos son? No hay cifras oficiales, aunque el Instituto Mexicano de la Juventud contabiliza 7 millones.
El mote fue citado por el rector de la UNAM, José Narro, en enero de este año, al referirse a aquellos jóvenes que no tienen empleo, aquellos que nunca fueron recibidos en preparatoria o universidad alguna, y tal vez ni siquiera quieran estudiar.
Frustradas sus ansias de aprender y vetados, por azares del destino, sus sueños o ilusiones, esta generación se ha convertido en el caldo de cultivo idóneo para grupos delictivos, oro en bruto para el crimen organizado que, ofreciéndoles dinero fácil y abundante, les involucra en riesgos crecientes, particularmente irreversibles, sujetándolos como eslabones de una cadena irrompible hasta quedar convertidos en sicarios, distribuidores o secuestradores. Son los primeros en ser arrestados o en morir, carne de cañón una vez que los han obnubilado en deseos de poder y riqueza. Lo cierto es que las cárceles de la ciudad están llenas de jóvenes de escasos recursos, de los cuales el 60 por ciento tiene entre 18 y 19 años de edad.
El riesgo inmediato es la depresión por inactividad. Enseguida el peligro de experimentar con droga hasta convertirse en adictos. Y, por último, frente a una crisis de oportunidades y valores, se cae en el vandalismo, participando en acciones ilícitas de la delincuencia organizada. La oportunidad de tener algo que perciben inalcanzable se vuelve altamente atractiva, y una vez que han optando por el crimen, la ambición los desborda.
De esta exclusión masiva todos somos responsables, principalmente aquellos que tienen en sus manos el manejo del dinero público y no lo saben utilizar, empleándolo en más y mejor educación, en oportunidades de trabajo para los jóvenes, política que debería ser prioritaria como estrategia magistral en el combate contra el crimen organizado.
Habría que pensar en la construcción e implementación de escuelas de educación media y superior, en el incremento sustancial de becas escolares, así como en el apoyo subsidiario a las familias de los estudiantes a manera de incentivo en el acompañamiento que requiere el proceso educativo.
El reto no es menor ante la falta de oportunidades y la crisis por la que atravesamos, de tal manera que, como advirtió la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a propósito de la situación de los jóvenes, les es más fácil conseguir una pistola que una beca. La inteligencia y la creatividad del crimen organizado han sabido explotar muy bien a la generación "nini", cuando los responsables del orden público apenas saben de su existencia.
Lo anterior fue materia de reflexión en el foro organizado por la Secretaría de Educación del Distrito Federal, buscando incidir en políticas públicas que resuelvan el problema. A nivel legislativo, en el Distrito Federal, aún no se han definido las estrategias y leyes de apoyo a la juventud, ocupados quizá en cuestiones que consideran más importantes. ¡Qué manera de tirar por la borda el tan codiciado bono generacional!
En la Ciudad de México coexisten grupos diferentes identificados por sus intereses, identidades o aficiones. La generación "nini", en la que se estima que hay más de 120 mil jóvenes de entre 12 y 19 años, solamente en el Distrito Federal, es el resultado de un modelo de organización excluyente y discriminatoria que ha demostrado su ineficiencia y el fracaso de las políticas públicas dirigidas a las generaciones futuras. Una vez más, urgimos al gobierno del Distrito Federal identificar sus prioridades para darles la debida atención.
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