martes, 23 de marzo de 2010

Par acompañar la plática del jueves 25 de marzo

Hola a tod@s, como les comenté en la mañana de hoy, tendremos con nosotros a dos maestras norteamericanas pasado mañana que nos hablarán sobre el sistema educativo norteamericano y en particular educación superior en el estado de Oregon de donde provienen. Para iniciar la inmersión en esta temática va este par de artículos sobre los docentes estadounideneses y su problemática. Salud.POR QUÉ NO PODEMOS LIBRARNOS DE LOS MALOS MAESTROS

POR EVAN THOMAS Y PAT WINGERT
ILUSTRACIONES DE PHIL LUBLINER


Desde hace mucho tiempo, la decadencia relativa de la educación estadounidense en los niveles elemental y secundario ha sido una vergüenza nacional y una amenaza para el futuro de la nación. Alguna vez, los estudiantes estadounidenses tenían el mejor desempeño de las pruebas que cualesquier otros estudiantes del mundo. Ahora, en comparación con los estudiantes europeos, Estados Unidos tiene un desempeño como el de Lituania, detrás de al menos otras 10 naciones. Dentro de Estados Unidos, la diferencia de desempeño entre los estudiantes blancos y los estudiantes pobres y pertenecientes a minorías persiste obstinadamente –y conforme crece la población de estudiantes desfavorecidos en el país, las puntuaciones globales continúan decayendo al mismo ritmo.
Durante gran parte de esta época –el último medio siglo- los educadores profesionales pensaban que si tan sólo pudieran hallar la pedagogía correcta, el método adecuado de instrucción, todo estaría bien. Probaron la Nueva Matemática, aulas abiertas, Idioma Total –pero nada parecía lograr mejoras importantes o duraderas.
Sin embargo, en los últimos años, los investigadores han descubierto algo que podría parecer obvio, pero por muchas razones fue pasado por alto o negado. Algo que realmente hace una diferencia, lo que importa más que el tamaño del grupo o el libro de texto, que el método de enseñanza o la tecnología, o incluso que el plan de estudios, es la calidad del profesor. Gran parte de la habilidad de enseñar es innata –la capacidad de inspirar a las mentes jóvenes y de controlar aulas indisciplinadas que algunas personas poseen instintivamente (y que algunas personas definitivamente no tienen). La enseñanza puede ser aplicada hasta cierto punto, pero no en la forma en que hacen muchas facultades de postgrado en educación, con mucha teoría y pedagogía insípidas y poco relevantes. En todo caso, las investigaciones demuestran que dentro de unos cinco años, uno podrá decir, en términos generales, quién es un buen profesor y quién no.
También es cierto y desafortunado que a menudo, los profesores más débiles son relegados a enseñar a los estudiantes más necesitados, los niños minoritarios y menesterosos de las escuelas en los barrios céntricos empobrecidos. Para estos niños, los profesores pueden constituir una diferencia positiva o negativa. “Las investigaciones demuestran que los niños que tienen dos, tres cuatro profesores fuertes de manera consecutiva lograrán destacar, independientemente de sus antecedentes, mientras que los niños que tienen incluso dos profesores débiles consecutivos nunca se recuperarán”, señala Kati Haycock de la Fundación para la Educación y coautor del estudio titulado “La desigualdad en la enseñanza: cómo los estudiantes pobres y minoritarios son tratados injustamente con respecto a la calidad de los maestros”, publicado en 2006.
Por tanto, nada es más importante que contratar buenos profesores y echar a los incompetentes. Pero ahí está el problema. Aunque muchos profesores son afectuosos y desinteresados, la enseñanza en escuelas públicas no siempre ha traído a los mejores y más brillantes. Hubo un tiempo en el que la enseñanza (al igual que la enfermería) era uno de los pocos trabajos que no eran negados a las mujeres y a las minorías. Pero con el progreso social, muchas mujeres y minorías talentosas escogieron otros campos mejor pagados. Una evaluación reciente de las pruebas, realizada por McKinsey & Co., la empresa consultora de administración, mostró que la mayoría de los maestros son reclutados de entre el tercio más bajo de los estudiantes preuniversitarios. (Finlandia elige de entre el 10 por ciento superior).
Al mismo tiempo, los sindicatos de maestros se han vuelto cada vez más poderosos. En la mayoría de los estados, después de dos o tres años, los profesores obtienen un cargo vitalicio. Es casi imposible despedirlos. En Nueva York, en 2008, tres de un total de 30,000 profesores fueron despedidos con una causa justificada. Las estadísticas son igualmente sorprendentes en otras ciudades. Los porcentajes de profesores despedidos por mal desempeño en Chicago entre 2005 y 2008 (las cifras más recientes disponibles) fueron de 0.1 por ciento. En Akron, Ohio, fueron de 0 por ciento. En Toledo, 0.01 por ciento. En ninguna otra profesión importante, los trabajadores están tan protegidos de la rendición de cuentas. La responsabilidad no sólo recae en los sindicatos. Muchos rectores ni siquiera tratan de separar a los malos maestros (los transfieren a otras escuelas en lo que se ha denominado “la danza de los idiotas”). Año tras año, aproximadamente 99 por ciento de los profesores de EE UU son evaluados como “satisfactorios” por sus sistemas escolares; despedir a un profesor puede suscitar una costosa lucha en los tribunales.
Con el tiempo, las escuelas de los barrios pobres sucumbieron particularmente a una mentalidad derrotista. El problema no son los profesores, se dice –sino los padres (o la ausencia de ellos); es la sociedad en todas sus distracciones y patologías; son los niños mismos. En realidad, no se puede hacer mucho, excepto mantener el movimiento la cadena de montaje a través del “ascenso social”, independientemente del rendimiento académico, y esperar que los estudiantes se gradúen (sólo aproximadamente 60 por ciento de los estudiantes negros e hispánicos terminan la escuela secundaria). O al menos esa es la opinión ortodoxa en las oficinas de los superintendentes escolares desde Newark hasta L.A. Para 1992, “en Estados Unidos había una dramática diferencia de desempeño, mayor que en otros países, entre las distintas clases socioeconómicas y orígenes étnicos”, señala Kate Walsh, presidenta de la Asamblea Nacional sobre la Calidad de los Profesores. “El hecho de que en Estados Unidos hubiera dos sistemas escolares, uno dirigido a la clase media y otro encaminado a los pobres, fue un escándalo de proporciones impresionantes”.
En las últimas dos décadas, han surgido algunas escuelas que desafían y refutan lo que el ex presidente George W. Bush denominó memorablemente “La suave intolerancia de las bajas expectativas”. Funcionando en términos generales como escuelas independientes financiadas con fondos públicos fuera de las burocracias escolares, programas como KIPP (Knowledge Is Power Program, Programa, El Conocimiento es Poder) han producido escuelas de barrios pobres con altos índices de graduación (85 por ciento). Las escuelas KIPP no escogen lo mejor –contratar a cualquier persona dispuesta a firmar un contrato en el que se comprometen a jugar según las reglas, las cuales exigen cierta participación de los padres. Y su éxito no es casual. Ahora existen 82 escuelas KIPP en 19 estados y en el Distrito de Columbia, y con regularidad superan por mucho a las escuelas públicas locales. Afortunadamente, las escuelas KIPP están libres del papeleo y la reglas burocráticas (su lema es “Trabaja duro. Pórtate bien”, que resume aproximadamente los requisitos en el aula). Las escuelas KIPP exigen jornadas escolares más largas y años más prolongados, pero su mayor ventaja es una mejor enseñanza.
Se requiere un cierto tipo de profesor para tener éxito en una escuela KIPP o en otros programas exitosos de escuelas independientes financiadas con fondos públicos, como las preparatorias YES. Los profesores de KIPP usan teléfonos celulares, por lo que los estudiantes pueden llamarlos en cualquier momento. La dedicación requerida genera altos índices de agotamiento. Podría ser que dar clases en la escuela de un barrio pobre es un poco como ingresar en las fuerzas especiales del Ejército, una vocación sólo para unos cuantos elegidos.
Sin embargo, esos pocos se están multiplicando. Hace unos 20 años, una estudiante de último año de Princeton, llamada Wendy Kopp, escribió su tesis de licenciatura proponiendo una organización para atraer a los graduados de escuelas selectas para enseñar a niños pobres. Su idea consistía en contratarlos durante sólo un par de años, y luego dejarlos ir a Wall Street a donde quisieran. Actualmente, Teach for America (Enseñar por Estados Unidos) envía cada año aproximadamente 4,100 graduados, muchos de universidades de la Ivy League (Liga de Universidades Prestigiosas de EE UU), a escuelas de barrios pobres. Algunos (aproximadamente 8 por ciento) no lo soportan, pero la mayoría (aproximadamente 61 por ciento) se queda en la enseñanza después de su exigente período de dos años. Dos tercios de los 17,000 antiguos alumnos de TFA aún participan en la educación y se han convertido en el núcleo de un movimiento de reforma que está teniendo un verdadero impacto. Los fundadores de KIPP, Mike Feinberg y Dave Levin, son productos de TEA. También lo es la reformadora más agresiva en la educación de hoy, Michelle Rhee, la Canciller de educación del Distrito de Columbia, quien trata de relajar el control del sindicato de maestros sobre un sistema escolar que durante años ha tenido los mayores gastos y los peores resultados de la nación.
Es difícil perturbar al orden establecido en la educación. En Nueva Orleáns, se requirió un huracán: desde Katrina, Nueva Orleáns ha tenido más avances educativos que cualquier otra ciudad, en gran parte debido a que el sistema de escuelas públicas fue borrado del mapa. Usando escuelas independientes no sindicadas, Nueva Orleáns ha podido medir el desempeño de los profesores en formas a las que los sindicatos de maestros se han resistido obstinadamente durante mucho tiempo. De acuerdo con una nueva ley de Luisiana, Nueva Orleáns puede saber qué escuelas de educación producen los mejores profesores, forzando los cambios necesarios en los programas de educación de este tipo de escuelas. (El sistema escolar de Detroit está tan descompuesto como el de Nueva Orleáns antes de la tormenta –pero ha seguido con los mismos administradores, los mismos sindicatos y el mismo número de niños, y ha sido incapaz de lograr algún progreso).
Los sindicatos de maestros –la Asociación Nacional de Educación (3.2 millones de miembros) y la Federación Estadounidense de Maestros (1.4 millones de miembros) son importantes jugadores en el Partido Demócrata en los niveles nacional y local. Así que es sumamente importante –una señal de que los tiempos están cambiando- que el gobierno de Obama se encargue de ellos. El secretario de Educación Arne Duncan ofrece incentivos económicos a las legislaturas para que quiten fuerza al control de los sindicatos de maestros. Para competir por los US$4.3 mil millones en ayuda del gobierno federal bajo el programa Race to the Top (Carrera a la cima), los estados obtienen puntos adicionales al librarse de los límites al número de escuelas de independientes financiadas con fondos públicos (un tema favorito de los sindicatos, pues este tipo de escuelas no suelen ser sindicadas) y permitir que las calificaciones de los estudiantes se utilicen en las evaluaciones de los profesores. Medir el desempeño de los maestros basándose en parte en las calificaciones de sus alumnos podría parecer una tarea sencilla. Nueva Orleáns utiliza las calificaciones de los estudiantes para medir la efectividad de los maestros. Pero ello está prohibido por ley para tomar decisiones de otorgamiento de plazas vitalicias en estados como Nueva York, donde el sindicato de maestros ha sido muy poderoso desde hace mucho tiempo.
Se requiere una revolución silenciosa para mejorar las escuelas estadounidenses. Algunos expertos en educación han observado un aumento en la calidad académica de los nuevos profesores, por lo menos en el nivel de las escuelas secundarias, posiblemente porque la recesión ha limitado otras oportunidades de empleo. Uno de los sindicatos, el AFT, dirigido por Randi Weingarten, parece darse cuenta de que el obstruccionismo abierto no funcionará. “Una de las cosas más esperanzadoras que he visto es que los miembros del sindicato ya no quieren dedicar tanto tiempo a defender a profesores mediocres. Pienso que la presión a favor de la rendición de cuentas está valiendo la pena”, afirma Haycock de la Fundación para la Educación. “Saben que serán considerados responsables si defienden a profesores que no son nada buenos”.
Algunos profesores consideran al movimiento de reforma como un grupo de elitistas que denigran a los profesores leales y trabajadores –de los cuales, por supuesto, hay muchos. Pero otros dan la bienvenida a un impulso en el estado de las cosas que produciría estándares más altos. “Ya sabe, la Infantería de Marina nunca tiene problemas en cumplir con sus objetivos de reclutamiento debido a que es un cuerpo de élite, y las personas quieren ser parte de algo considerado como lo mejor”, afirma Daniel Weisberg, asesor jurídico del The New Teacher Project (Proyecto de nuevos profesores) y coautor de “The Widget Effect” (El efecto de artefacto), una crítica a los programas de evaluación de maestros. En Europa, donde los profesores disfrutan de un mayor prestigio social y sueldos más altos, las escuelas no tienen dificultades para atraer a nuevos profesores con sólidos registros académicos.

Antes de que el sistema de educación pública estadounidense pueda recuperar su corona perdida como la envidia del mundo, los políticos locales y los administradores escolares tendrán que dar un paso adelante. En la escuela secundaria de Central Falls en Rhode Island, la mitad de los estudiantes dejan la escuela, y la competencia en matemáticas, medida según los exámenes estatales, se encuentra en un lastimoso 7 por ciento entre los estudiantes de 11° grado. Bajo la presión estatal, el encargado local, Frances Gallo, trató de mejorar las puntuaciones al exigir que los profesores trabajen 25 minutos más cada día, que almuercen con los estudiantes una vez por semana, y que acepten ser evaluados por una tercera parte. Los profesores, que ganan aproximadamente US$75,000 al año, mucho más que el promedio en esta ciudad deprimida, se rehusaron. Querían US$90 más por hora. Así que Gallo dio un paso valiente y asombroso: recomendó despedir a los 74 profesores. Su osadía fue elogiada por el secretario de Educación Duncan –y apoyada por el presidente Obama. Inicialmente, el sindicato de maestros gruñó que todos “culpan a los profesores” injustamente, pero se hecho atrás la semana pasada bajo una ola de presión de los medios y aceptó las nuevas reglas que exigían que los profesores pasaran el más tiempo posible con los estudiantes.
La historia de la secundaria de Central Falls fue un progreso notable, pero aún hay un largo camino por recorrer. Los medios de comunicación han comenzado a desentrañar los ejemplos más escandalosos: el año pasado el diario Los Angeles Times ubicó una larga serie en la que documentaba la falta de disposición de las burocracias educativas para despedir a los maestros incompetentes (como aquel que dijo a un estudiante que intentó suicidarse, que “cortara más profundo la próxima vez” y otro que guardaba un lote de pornografía y cocaína en la escuela; ambos siguen enseñando). El Indianápolis Star informó como las escuelas de Lawrence Township habían despedido discretamente –con generosos arreglos económicos y acuerdos secretos- a un profesor acusado de agredir sexualmente a un estudiante; a otro acusado de tocar a los alumnos y de tomar fotos de estudiantes de sexo femenino: a otro acusado de besar a un alumno de secundaria; y a un cuarto con un historial de 20 años de quejas por herir y acosar a los pequeños, incluyendo una acusación de violación que data de 1992. Cuando la historia se publicó el verano pasado, los cuatro profesores aún tenían licencias de enseñanza activas. Aunque estas historias de terror son sensacionalistas, lo que también es preocupante es la inmunidad de la que disfrutan miles de profesores que incumplen con sus estudiantes en formas más comunes dentro del mismo propósito de enseñar. Muchos más profesores trabajan demasiado, están mal pagados y son poco apreciados. Tal vez tendrían más respeto si los profesores realmente incompetentes fueran despedidos.

Con EVE CONANT y SAM REGISTER


Breve cronología escolar estadounidense

1820-1830
Surgen las primeras escuelas comunitarias (públicas); la educación primaria no será obligatoria a escala nacional sino hasta 1918.

1840
Aumenta la demanda de profesores. Mientras los hombres se orientan hacia trabajos más prestigiosos, las mujeres llenan la brecha.

1857
Se funda la Asociación Nacional de Educación en Filadelfia con 100 miembros; durante los siguientes 150, sus filas se engrosarían hasta alcanzar 3.2 millones.

1887
La Asociación Nacional para la Educación organiza su primera conferencia. ¿Dirigir el programa? Cargos vitalicios.

1890-1910
Horrorizadas por las condiciones deplorables y el trato injusto –el embarazo era una falta punible con despido- las maestras luchan por un mejor sueldo y beneficios.

1916
Los afiliados sindicales de cinco estados y el D.C. constituyen a Federación Estadounidense de Maestros en Chicago.

1920
Progresistas como John Dewey luchan para dar más autoridad a profesores sobre sus propias aulas; el puesto vitalicio se extiende a los instructores desde el jardín de infantes hasta el 12 grado.




1962
Dirigida por Albert Shanker, la sección de Nueva Cork de la AFT negocia un acuerdo de negociación colectiva formal, provocando un rápido crecimiento en el número de miembros del sindicato entre los profesores de todo el país.

1970
La enseñanza se vuelve menos deseable conforme aumentan las oportunidades de trabajo para las mujeres. En el 2000, 37 por ciento de los profesores provenían de universidades con una puntuación en la prueba de aptitud de entre el 5% más bajo.

1976
La Asociación Nacional para la Educación apoya a Jimmy Carter-y pasará a apoyar a cada aspirante demócrata a la presidencia de allí en adelante.


Fuente: revista Newsweek, USA, 15 de marzo de 2010, pp. 32-35.

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