jueves, 1 de octubre de 2009

Compañer@s: como comprobarán mirando su programa, el tema tres relativo a la creación de la SEP y la educación rural concluye con el apartado dedicado a la autonomía univeristaria que se dio en 1929. Anexo enseguida texto del ensayo de Antonio Gómez Nashiki relativo a ese momento.
Ya tienen ustedes un panorama muy apretada de los veintes en educación, así que para el próximo domingo 4 de octubre me mandan por la vía acostumbrada una reflexión personal sobre los que a su juicio fueron los acontecimientos relevantes de esa década en el terreno educativo y las razones para sostener esas opiniones. Extensión, una cuartilla y media a 1.5 espacios. Va pues el texto y nos vemos mañana en la Burgoa. Ah. y espero la presentación de los equipos sobre el tema tres. para circularla. Vale.

La Autonomía universitaria

Antonio Gómez Nashiki

La primera autonomía universitaria proclamada se obtuvo en Córdoba, Argentina, a principios de 1918. Dicho movimiento de reforma se extendió rápidamente por todo el continente: Chile, Cuba, Paraguay, Bolivia, Brasil, Perú, Uruguay, Venezuela.[1] En nuestro país, concretamente en San Luis Potosí en 1923, el Instituto Científico Literario, por iniciativa del gobernador Rafael Nieto, se convirtió en Universidad Autónoma del estado. Ese mismo año, el 27 de agosto, la Federación de Estudiantes de México envió una iniciativa a la Cámara de Diputados en la que se pedía, entre otras cosas:
1.- Autonomía para la Universidad Nacional de México en lo referente a su estructura técnica.
2.- Aptitud para nombrar y remover maestros y empleados.
3.- Disposición libre del presupuesto que le asignara la Secretaría de Educación Pública, con la obligación consiguiente de rendir cuentas de las inversiones hechas.[2]
Aunque en un primer momento el proyecto contó con la simpatía de varios diputados, e incluso pasó a manos de Vasconcelos y después a Gastelum, quien lo devolvió a las cámaras, dicha iniciativa no prosperó; problemas y factores políticos dejaron de lado la iniciativa expuesta por la Federación, baste señalar algunos: la lucha por la presidencia de la república entre Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles; la guerra cristera iniciada en 1926 y la campaña vasconcelista de 1928 con la mira en las elecciones de noviembre de 1929 oscurecieron el ambiente políticos haciendo muy frágil la estabilidad en el país.
Es necesario mencionar que la propuesta de autonomía hecha por los estudiantes se fundamentaba, de alguna forma, en los difíciles antecedentes registrados entre la universidad y el gobierno, por ejemplo, el motín de 1923 en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) en contra del Secretario de Educación Pública José Vasconcelos o el conflicto del bachillerato en 1925, en que a la universidad se le “despojó” de la enseñanza secundaria.[3] Más aún, en el año en que se concede la autonomía, una serie de problemas entre estudiantes y autoridades de la universidad son la antesala del movimiento: la inconformidad por la designación del nuevo director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Narciso Bassols, el 4 de enero; la exigencia por parte de la Federación Estudiantil Mexicana de poner en vigor el acuerdo de 1928 “que dictó el secretario del ramo, doctor J. F. Puig Casauranc, por medio del cual se concedían importantes derechos a los estudiantes organizados”.
Otro incidente fue el rechazo al plan de estudios de la ENE por parte de los estudiantes de la preparatoria el ocho de marzo y que originó la violenta intervención de la fuerza pública en contra de autoridades y estudiantes de la institución. El plan, pese a todo, se aprobó el 23 de marzo en forma definitiva, estableciendo la ampliación del bachillerato de dos a tres años para las carreras de Derecho, Economía, Medicina, Ingeniería de minas y petróleo, Ingeniería civil y Arquitectura.

Los días de huelga
El anuncio del director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de aplicar exámenes trimestrales a los alumnos, como se hacía en otras escuelas universitarias, suscitó la reacción de los estudiantes y con ello el inicio de un conflicto que desembocó en una huelga estudiantil de dimensiones inesperadas y la obtención de la autonomía universitaria.
El rector de la universidad, Antonio Castro Leal, manifestaba su posición al respecto el cinco de mayo:

[…] se obliga a asistir al setenta y cinco por ciento de las clases que se den en cada asignatura […] Si los alumnos provocan escándalos graves, las autoridades escolares clausurarán la Facultad…

Loe estudiantes declararon la huelga general hasta que no se derogara dicha disposición, además. Para el siete del mismo mes tomaron el edificio de la facultad. La respuesta del gobierno no se hizo esperar y clausuró el ocho de mayo la facultad, estableciendo que la policía y los bomberos resguardarían el inmueble
El 13 de mayo estudiantes de otras escuelas se unieron al movimiento estudiantil. Los acuerdos de la asamblea fueron por continuar la huelga y pedir la renuncia de Narciso Bassols, entre otras medidas.
La presión sobre los estudiantes fue inmediata, tanto por parte del gobierno como de las mismas autoridades universitarias que tenían la intención de que los estudiantes abandonaran su movimiento. El boletín de la Presidencia es elocuente:

[…] el gobierno de la república tiene como primer deber el mantener el orden, y en tal concepto, todas las faltas, alteraciones del orden público o delitos que cometan los estudiantes huelguistas, quedarán sujetos a los reglamentos de policía y leyes penales, teniendo el propósito el gobierno de castigar con toda la energía tales faltas y delitos, de acuerdo con la ley […][4]

El conflicto siguió, pues los estudiantes de la ENP también se declararon en huelga. De igual forma estudiantes de otras escuelas se incorporaron gradualmente, a pesar de que las autoridades universitarias convocaron a un nuevo periodo de inscripciones en la Facultad de Derecho, lo que no trastocó el curso de la huelga.
El 23 de mayo se realizó una manifestación que recorrió varias calles de la ciudad, se registraron enfrentamientos violentos; hechos que darían un nuevo impulso al movimiento estudiantil:

La policía empieza a disolver a los grupos de estudiantes que se encontraban cerca de la facultad de Derecho, los bomberos y la policía tratan de detener a los estudiantes e impedir la realización de mítines, cunde la voz de que varios estudiantes han sido golpeados y se efectúa un enfrentamiento entre estudiantes y policía, resultaron heridos varios estudiantes.[5]

La represión al movimiento estudiantil tuvo una reacción inmediata, el conflicto
se generalizó a toda la universidad e incluso se extendió a otros centros de educación superior del país. Tres días después los estudiantes organizaron el Comité Central Ejecutivo de Huelga, que se erigió como interlocutor frente al Presidente de la república. El pliego de peticiones de los estudiantes al Presidente de la república incluía la renuncia del secretario de Educación Pública, del subsecretario, del rector de la Universidad, así como del jefe de la policía del Departamento del Distrito Federal y del jefe de Comisiones del seguridad, además de que el Consejo Universitario estuviera integrado por igual número de delegados estudiantiles, directores y maestros.

La autonomía no pedida
El presidente, a pesar de manifestar que las demandas eran injustificadas, consideró que el conflicto podía solucionarse si se concedía la autonomía universitaria. El mandatario,

Convoca a un periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión con el fin de que lo facultara para crear la Universidad Autónoma de México.[6]

Años después, en una entrevista, [Emilio] Portes Gil (entonces presidente) señalaría que el móvil de la autonomía había sido de carácter político:

El móvil que me inspiró para decretar la autonomía fue esencialmente político y las razones en que me fundé para hacerlos fueron las siguientes: la Revolución, que había llegado al poder desde el año de 1915, seguramente por el cúmulo de problemas que tenía que resolver, no se preocupó por la orientación que debería dársele a la cultura mexicana[...] De tal suerte que en el año de 1929, en que me tocó conocer el conflicto estudiantil, ante la imposibilidad (dado lo perentorio de mi cargo) de que el régimen se hiciese cargo totalmente del problema, ya que tenía enfrente una revuelta de fanáticos con más de 20 mil hombres levantados y una asonada militarista que había llevado al fracaso a más de 25 mil miembros del Ejército, prefería solucionar el caso universitario en forma sencillamente política[…][7]

El anuncio hecho por el Presidente rápidamente encontró respuesta entre los universitarios y el 1º de junio el Consejo Universitario en sesión extraordinaria acordó por unanimidad apoyar la propuesta presidencial. Pese al anuncio, los estudiantes mantuvieron la demanda de pedir la renuncia del rector Antonio Castro leal; del director de la Facultad de Derecho, Narciso Bassols y del director de la Escuela Nacional Preparatoria Antonio Caso, misma que se daría el 20 de junio. Finalmente el nueve de julio, el Ejecutivo expidió la Ley reglamentaria de la Universidad Autónoma. Dos días después, el comité dio por terminada la huelga estudiantil, en voz de Alejandro Gómez Arias, presidente del Comité Central.

Hoy, jueves 11 de julio de 1929 después de 68 días de huelga, el Comité central de la misma, cesa en sus funciones. Se da por terminado el movimiento y el directorio, por última vez, suplica encarecidamente a todos los estudiantes de México, hagan que la Universidad Autónoma, que hicimos con la revolución de nuestra sangre, de nuestra huelga y de nuestra palabra, viva cada vez más fuerte, más pura y más mexicana.[8]

El presidente, por su parte, en declaraciones a la prensa manifestaba que:

La revolución ha puesto en manos de la intelectualidad un precioso legado, la autonomía de la Universidad; si fracasa la casa de estudios, se dará al obrero.[9]

La ley orgánica de la Universidad Nacional Autónoma constó de 19 considerandos, seis capítulos y 67 artículos, de los cuales 12 eran transitorios.

NOTAS
[1] Para mayor detalle del proceso de reforma y autonomía universitaria en el continente, véase Juan Carlos Portantiero, Estudiantes y política en América Latina, México, Siglo XXI, 1987.
[2] Consuelo García Stahl, Síntesis histórica de la Universidad de México, México, UNAM, 1975.
[3] Véase Gilberto Guevara Niebla, (Comp.), Las luchas estudiantiles en México, México, UAG-UAZ y Ed. Línea, 1983.
[4] Véase la cronología del moviendo de 1929 de Irma Lombardo, en Las luchas…, cit, pp. 241-243.
[5] Cronología, cit., p. 250.
[6] Op. cit., p. 251.
[7] Entrevista a Emilio Portes Gil, 21 de mayo de 1949, incluída en Memoria y presencia de la autonomía universitaria ¿Derecho o privilegio? Un debate de la generación del 29, en El Nacional, México, 1990, cit., pp. 154-155.
[8] Cronología, cit., p, 257.
[9] Véase Consuelo García Stahl, op. cit.


Fuente: Revista Educación 2001, México, # 19, diciembre de 1996, pp. 45-47.

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