20 años después de decretada la Autonomía universitaria, en el diario El Nacional de la ciudad de México, se publicó una serie de entrevistas a participantes y testigos de ese proceso que marcó la vida de la Universidad Nacional. En 1990, el mismo periódico patrocinó una publicación titulada Memoria y presencia de la autonomía universitaria. De ese volumen tomé el texto de la entrevista a uno de los dirigentes más destacados, Alejandro Gómez Arias, oaxaqueño de nacimiento a quien los acontecimientos de la revolución llevaron a vivir en la ciudad de México siguiendo a sus padres. Va su postura sobre aquellos acontecimientos. Posteriormente les mandaré la opinión del entonces rector universitario y su percepción de que los estudiantes se fueron a la huelga porque no querían estudiar. Va pues y se reciben opiniones:
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Alejandro Gómez Arias, Que no se olvide el ideario del 29
Alberto Morales Jiménez
La respuesta a las enérgicas afirmaciones del licenciado Antonio Castro, publicadas ayer en este diario, (El Nacional) no tuvo demoras. Hace veinte años, este catedrático universitario en receso estuvo frente a frente con Alejandro Gómez Arias, dirigente principal del movimiento universitario de 29. Ambos sostuvieron diversos puntos de vista. Hoy idéntico fenómeno se repite. Gómez Arias está en contra Castro Leal y Castro Leal contra Gómez Arias. No es una polémica personal. Los dos, dicho sea en verdad, están muy por encima de tales pequeñeces. Es una discusión de principios, a la altura de ciudadanos cultos. Son dos generaciones cara a cara: la del 15 y la del 29. Castro Leal es la primera. Gómez Arias, la segunda.
-“La autonomía universitaria es el resultado de dos fuerzas: la inquietud juvenil, por una parte y un acto del Estado por otra. En honor a los muchachos del 29, debe subrayarse el hecho de que hicieron posible la autonomía. No hicimos el proyecto de ley y no lo enviamos a la Cámara de Diputados, es cierto. ¿Ese no era problema nuestro; era función del Estado!”
Así comienza la charla este brillante conversador, de cuyos magistrales discursos del 29 aún resuenan los conceptos en el benemérito “Generalito”, en las ventanas de la zumbona Escuela de Leyes, en la bellísima explanada de la Plaza de la Constitución y en el Jardín de La Corregidora. Gómez Arias no se qué tiene al hablar. Habla siempre en concordancia con su estado de ánimo. Es calmado, cuando se debe ser clamado; exaltado, cuando se debe ser exaltado; irónico, cuando la ironía debe adornar la expresión. Gómez Arias jamás insulta a nadie. No conoce esas expresiones callejeras a que tan afectas son las personas que no recibieron clases de buen hablar y de buen comportarse.
-¿Cuáles fueron los antecedentes auténticos de la huelga universitaria de 1929?
Inclinando levemente la cabeza, Alejandro Gómez Arias, sin más vueltas, hace estas afirmaciones.
-“¡El ideal de la autonomía venía desde los Congresos estudiantiles de Oaxaca, en 1927, de Culiacán, en 1928. En 29, también la pedimos en Mérida. Allí fui electo Presidente de la Confederación Nacional de Estudiantes. En estos tres congresos pedimos autonomía y en 1929, hicimos algo más: la impusimos”.
-“Cree usted que Portes Gil concedió la autonomía?” –pregúntole.
-“Y usted ¿qué cree?”- Responde Gómez Arias, con fina ironía.
-“¿Estaba en marcha el vasconcelismo, marcha arrolladora. Portes Gil confrontaba otros problemas tremendos: la campaña cristera y el “Escobarazo”. En esos momentos históricos planteamos la autonomía. En ese momento movilizamos a las juventudes del país. Claro que pedíamos la autonomía en el pliego de peticiones por conducto de Puig Casauranc el 24 de mayo de 29, y ésta sería un desenlace natural de la situación porque nosotros sabíamos que forzosamente a eso llegaríamos!”
Lo más importante de la 29
Si los pueblos tienen los gobiernos que merecen, dice el aforismo, nosotros diremos que las juventudes tienen los guías que merecen. La generación de 29 –no es adulación- tuvo en Alejandro Gómez Arias a un gran líder. Tal hecho es evidente, histórico, reconocido por amigos y enemigos. “Cuando se habla de la Generación de 29 –comenta mi entrevistado- siendo importante la autonomía, hay algo más importante: la participación organizada de la juventud en el escenario de México. Si no se hubiera obtenido aquélla, tal hecho bastaba para hacer reflexionar. Su intervención en la política del país le dio un tono nuevo a toda la mecánica política y social de entonces”.
Aquí, con nosotros, está Baltazar Dromundo. Escucha absorto, las palabras de Gómez Arias.
-“¡Hay ingenuos que dicen: esa generación es generación fracasada porque no ha obtenido el Poder. Si esa participación de los universitarios del 29 se hubiera trasladado a la escala de Poder, el país sería distinto. El tono político varió desde entonces…Quizá ni Vasconcelos se da cuenta de esa huella…!”
La generación del 29 está viva
-“Existe la generación del 29?”
Gómez Arias cambia de modulación en la voz; la hace resonar en el despacho de Dromundo. Con energía afirma: -“¡Se habla de la Generación del 29 como si se exhumara un cadáver. Yo creo que la de 29 está viva, en plena acción. Muchos de sus componentes han llegado a la madurez. Está viva, en pié y considerada en su conjunto, es una generación limpia. El movimiento nuestro fue un movimiento de masas. Lo valioso de él no fue la actitud destacada de algunos de sus líderes, sino la unidad del grupo. El mérito es del grupo. A él pertenece. Siempre, en un movimiento popular, la masa es superior. El vasconcelismo es más importante que Vasconcelos. El grupo es más importante que los líderes. El despertar de los universitarios no tiene antecedentes a los de 29, ni el fenómeno se ha repetido. Eso, amigo periodista, es lo que destaca de mi generación!”
Portes Gil, inteligente y sagaz
Alejandro Gómez Arias es peleador. Peleador, pero cortés. Hace la aclaración de que tiene excepcional respeto para el licenciado Vasconcelos, autor de la frase ya popularizada “¡estos muchachitos del 29…!” Hace elogios de él, a pesar de que no le acompaña en su ideario. Logra que la charla se enfoque nuevamente en la novia más amada, más querida, más limpia de la Generación de 29; la autonomía de la Casa de estudios. Gómez Arias y Dromundo escuchan mis puntos de vista.
-“¡Yo era el jefe del movimiento –expresa Alejandro- y creí y creo que dimos a los ciudadanos los más grande: el despertar político del país. Esto interesa más que la autonomía. Ya he dicho que nosotros la impusimos. ¿Cuál hubiera sido otra solución al problema universitario?”: “¡La violencia! Portes Gil –sigue hablando Gómez Arias- era inteligente y sagaz para comprender que no se podía doblegar por la fuerza a la juventud. Si eso es regalar la autonomía, como dicen nuestros detractores, entonces todas las decisiones del Estado son regalo… Yo quisiera que los deturpadores hubieran vivido los días de Calles y de Palomera López.
Gómez Arias enjuicia al vasconcelismo
Invito al guía de los universitarios de 1929 para que emita un juicio en torno de Vasconcelos y del vasconcelismo. Previamente le recuerdo que en entrevista publicada en este diario, el hoy Director de la Biblioteca de México, opinó que había muerto para quienes esperaban de él empleos y prebendas. Gómez Arias no se inmuta, escucha serenamente.
-Y ahora habla:
-“¡Que Vasconcelos hable de sus errores. Yo solamente lo quiero, lo admiro y lo estimo ¿Por qué no se murió Vasconcelos…? ¿Por qué no nos morimos nosotros…? ¿Por qué no improvisamos otro líder…? Fracasó el vasconcelismo porque no llegó Vasconcelos a la Presidencia de la República pero nosotros no fracasamos, porque le dimos al país un tono civilista”.
Alejandro Gómez Arias al hacerse él mismo estas preguntas, refleja emoción, cariño al mismo Vasconcelos y a los miles de jóvenes que le acompañaron en su marcha política por la República.
-“¡Los de 29 teníamos una mística: Morir por la República. Allí está el recuerdo de Germán del Campo. Ningún profesor puede dar esa cátedra, como la dio Germán. Germán era un tipo serio y razonador. El sabía, de antemano, a dónde iba. No era el ciudadano oscuro que muere en el tumulto. El dio la lección más hermosa y heroica de 29!” – comunica Gómez Arias, quien, en seguida, recordando a Narciso Bassols, el silencioso Bassols de ahora, habla así:
-“¡Narciso Bassols fue determinante en la etapa inicial de la huelga universitaria. Bassols ha hecho de la disciplina un culto. En 29, fue intransigente. No quiere decir esto que no reconozcamos sus altísimos méritos. Es muy limpio y de una gran reciedumbre moral!”
Mensaje de Gómez Arias a su generación
-¿En qué forma, Alejandro Gómez Arias, se dirigiría usted ahora a sus compañeros de Generación?
-¡Hablaré no como líder que fui de aquellos tiempos, sino como simple amigo de ellos, Que no olviden el ideario de 1929. Mucho de aquello está aún por ganarse. Si siguen manteniendo limpieza como generación, con eso es bastante para que ésta sea perdurable en la Historia de México!
Y para terminar tan amena charla con este hombre joven de cuyos principios políticos no me hago partícipe, hablamos de la Universidad de hoy, de la que dirige el licenciado Luis Garrido. ¿Qué piensa de ella Gómez Arias?
-¡La autonomía, como la libertad, no es un fin. Por sí sola –manifiesta- no tiene contenido. Creo que cada generación que pase por la Universidad debe expresar su carácter. Si adviene una generación sin carácter, ¿para qué sirve la autonomía? Que los universitarios la usen. Es problema de ellos. Allá ellos. La autonomía, repito, no es un fin, es un medio, La Universidad debe ser una institución actual. Por eso cada generación debe darse su propio matiz!
Tomado de: Patricia Ortega Ramírez (selección de textos) Memoria y presencia de la autonomía universitaria ¿derecho o privilegio? Un debate de la generación de 1929, México, El Nacional, 1990, pp. 148-153.
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