domingo, 4 de octubre de 2009

Nueva lectura de Rafael Ramírez

Para complementar las lecturas que tienen a su disposición sobre el tema de la educación rural, les anexo este trabajo del maestro Rafael Ramírez. En el tiempo en que escribió Ramírez, el 75% de la población vivía en el campo. Ahora ese México no existe más pues la mayoría de la población reside en ciudades. Oaxaca con Chiapas y Guerrero son de los pocos espacios territoriales predominantemente rurales en el México actual. Vale.



La educación que necesita el México rural

Rafael Ramírez

México es un país esencialmente rural. Cerca de las tres cuartas partes de su población reside en los campos derivando del trabajo de la tierra su diario sustento. Esta población rural es pobre y, además, está muy atrasada. Aun cuando en teoría ya nadie discute la idea de que la educación debe ser sólo una, las circunstancias especiales en que México se encuentra exigen prestar atención especial a la educación campesina. Durante muchos años, pues, tendremos que hablar todavía en México de una educación rural, aunque mucha gente que presume de sabia en estas cosas no quisiera que se hablara de ella.
Las ideas siguientes intentan justificar esta afirmación.
I.- Estado actual de las escuelas rurales
Desde hace mucho tiempo (1922) se instituyeron definitivamente en nuestro país las escuelas rurales con el sano propósito de incorporar al progreso a la gente de los campos, transportándola de los planos inferiores de vida en que se encuentra hacia planos más satisfactorios; se ha procurado posteriormente, sobre todo en los últimos años, multiplicar su número, persiguiendo la levantada idea de que su solución alcance hasta los pequeños poblados y aldeas; pero, desgraciadamente, no todas ellas están en condiciones de realizar la misión para la cual fueron creadas. Muchos maestros rurales entienden la educación como una cosa que sólo tiene que ver con los niños, permaneciendo indiferentes ante los adultos y ante los problemas del caserío que circunda la escuela; otros maestros, menores en número, más conscientes de su papel, además de educar a los niños instruyen a los adultos y prestan alguna atención a las comunidades que viven y alientan en torno de sus escuelas, ayudando a los vecinos a descubrir sus problemas comunes y organizándolos para resolverlos de acuerdo con un plan cuidadosamente estudiado. En virtud de esa diversa actitud de los maestros, nacida del concepto más o menos cabal que se han formado de la función de la escuela, éstas, tal como en la actualidad existen, pueden clasificarse en tres categorías –malas, medianas y buenas- y por lo que ve a su monto, abundan más la primeras, les siguen en capacidad las segundas, ocupando las buenas el último lugar por lo que mira al número.
Esta situación explica por qué muchas comunidades rurales, a pesar de tener escuelas, continúan llevando la vida miserable que llevaban antes; sus pobladores siguen cultivando la tierra con los procedimientos mismo que usaron sus abuelos y nada revela que esas comunidades hayan alcanzado algunas ventajas con el establecimiento de las instituciones educativas. Es probable que muchos campesinos hayan aprendido en ellas a leer, escribir y contar, pero es seguro que esos instrumentos de cultura, por no tener manera de usarlos, les serán inútiles. De esa situación que a todo el mundo le consta y de la que los educadores rurales deben haber sido los primeros en darse cuenta, podemos sacar la conclusión de que las escuelas rurales deben superarse, tanto en su contenido como en sus métodos de trabajo, a fin de que puedan responder satisfactoriamente a los ideales y aspiraciones de esta época.

2.- Verdaderos propósitos de la escuela rural
Una escuela rural de tipo moderno y de espíritu progresivo tiene que ver no solamente con la educación de los niños, sino también con la instrucción de los adultos y con el mejoramiento de la comunidad, tomada por entero. Su contenido no se concreta ya a la lectura, a la escritura y a las cuentas, sino agrega a esos conocimientos algunas otras cosas más que son necesarias para promover el progreso de la civilización campesina y para que la vida en las áreas rurales sea cada vez más satisfactoria. Los maestros rurales están obligados a entender que la mira de la escuela debe ser puesta en el mejoramiento de la salud, en la dignificación del hogar y de la vida doméstica, en el mejoramiento de la técnica de la ocupación habitual con la que la gente se gana el sustento, en la introducción de la recreación y la creación de la vida social y en la propagación de la cultura entre la gente del camp. Puesta la mira de la educación rural en otras cosas distintas de ésas, no habrá manera de acelerar el progreso de la nación

3.- Lo que debe enseñar la escuela rural
La escuela rudimental ideada para los campesinos en los primeros días de la Revolución se concretaba a enseñar a leer, escribir, hablar el idioma castellano (cuando se trataba de comunidades indígenas) y contar. La escuela rural de hoy considera ese programa insuficiente. Enseña, sin duda, eso, pero su meta fundamental es enseñar todas aquellas cosas mediante las cuales la vida rural puede transformarse en sentido progresivo, esto es, enseña a mejorar las condiciones de los hogares y la vida que las familias llevan dentro de ellos; a mejorar la alimentación y el vestido de los campesinos; a mejorar la salud personal; doméstica y comunal; a mejorar los métodos de trabajo a fin de obtener rendimientos mayores, a entretener y recrear a la gente y a crear la vida social de que carecen ahora las áreas rurales del país; en suma, capacita a la población campesina para transportar su vida, pobre y atrasada, hacia niveles cada vez más elevados pero al mismo tiempo que hace todo esto enseña a las gentes a manejar los instrumentos de cultura y les imparte alguna instrucción.

4.- Puntos concretos del programa en relación con los niños
La escuela rural, para preparar integralmente a los niños para una vida mejor, debe empeñarlos en:
I.- Actividades que proporcionen una educación económica;
II.-Actividades que proporcionen una educación higiénica;
III.- Actividades que proporcionen una educación doméstica;
IV.- Actividades que recreen y eduquen para aprovechar valiosamente los ratos de ocio y
V.- Actividades que proporcionen la instrucción mínima deseable para todos los habitantes del país.

[…]

Rafael Ramírez, La enseñanza por la acción dentro de la escuela rural en Concepción Jiménez Alarcón, Rafael Ramírez y la escuela rural mexicana, México, SEP-Cultura/Ediciones El Caballito, 1986, pp. 20-23.

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