Como les comenté anteriormente agregó a este espacio, un breve texto sobre un evento ocurridos hace algunos ayeres en México posrevolucionario. Aquí está para conocimiento y reflexión. Por cierto existe un libro sobre la temática , elaborado por la Maestra Belinda Arteaga, titulado: A gritos y sombrerazos.
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La disputa por la educación sexual: 1931-1934
Antonio Gómez Nashiki
En 1932 la Sociedad Eugenésica de México* hizo un pronunciamiento formal a la SEP en la que pedía la inclusión de enseñanza sexual en las escuelas primarias. La SEP, encabezada por Narciso Bassols, pidió tiempo para considerar la propuesta y, paralelamente, formó una comisión especial para estudiarla. La comisión estaba formada por el profesor César A. Ruiz; doctor Pedro de Alba; doctor Alfonso Pruneda, Licenciado Ezequiel Chávez; profesora Dionisia Zamora; ingeniero León Salinas; profesor Gildardo F. Avilés; profesor Daniel Vilchis y profesor Ramón García Ruiz,[1]
El proyecto se centraba en tres aspectos: 1) nociones fundamentales sobre el sexo, 2) sobre la reproducción y 3) aspectos de higiene.
El informe que la comisión entregó no contradecía a la propuesta de la Sociedad Eugenésica, sin embargo, resaltaba el hecho de que no existía una estrategia clara para que la enseñanza sexual se implementara en los planteles educativos. Las principales conclusiones a las que llegó la comisión fueron las siguientes:
1.- En el mundo educativo moderno se considera a la educación sexual como una acción necesaria para asegurar el desarrollo normal y total del impulso sexual…la comisión concluye que los jóvenes tiene derecho a conocer esa realidad.
2.-…En el medio mexicano, donde campea, la indolencia, la mojigatería y los prejuicios tradiciones, se desaconseja por completo la acción de los padres y se descarta al médico por carecer de tiempo y de habilidad pedagógica… La comisión concluye que la escuela es la institución mejor capacitada para resolver el problema…
3.- En el ambiente mexicano dos hábitos merecen la atención; primero, gran número de alumnos llegan a la pubertad a los 13 o 15 año, en el quinto o sexto grados de primaria y segundo, un número considerable de estudiantes…no sigue estudios superiores y por tanto quedarían privados de esta información.
4.- Es necesario formular los programas técnicos para impartir la educación sexual. Una comisión de expertos –maestros médicos, higienistas y psicólogos- debe estudiar tales conocimientos.[2]
El informe que se dio a conocer públicamente en mayo de 1933 desató una polémica que se prolongó por varios meses y en la que participarían varios sectores de la sociedad.
Las críticas al proyectos eran de distinto tono y matiz, pues cada quien entendía por educación sexual una cosa diferente, como lo muestran las siguientes como lo muestran las siguientes opiniones provenientes de la prensa, la Iglesia y otros sectores conservadores.
a) El Estado iba a promover abiertamente la pornografía en las escuelas del país y fomentar hábitos precoces en los chicos.
b) La SEP violaba un derecho exclusivo de los padres, al educar en un tema “tan delicado” como la educación sexual, al que solo les correspondía a los mentores enseñar a su criterio.
c) Se señalaba como un punto toral la falta de preparación de los maestros en esta materia, situación que la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) interpretaba así: “…[los maestros] quienes podrían encontrar, en la exposición de tema tan delicado, ocasión de violar a niños inocentes.”[3]
d) Los niños en las primarias aún no estaban preparados para recibir este tipo de educación, una opinión al respecto es la de la Federación de Asociaciones de Padres de Familia del Distrito Federal: “…[el Consejo Ejecutivo] aprobó la educación sexual para muchachos de más de 14 años y para chicas de 21; pero condenó abiertamente el plan del gobierno”.[4]
e) La educación sexual era producto de modas internacionales “socialistas” y “comunistas”.
f) EL proyecto era un ataque directo a los valores y a la moral de las familias mexicanas.
La prensa en este conflicto jugó un papel decisivo; una prensa que rápido tomó parte y partido descalificando a la educación sexual, un buen ejemplo, es el plebiscito al que intentó convocar El Universal, en 1933, en el que preguntaba. ¿Está usted conforme con que a sus hijos y, especialmente a sus hijas, se les enseñen obligatoriamente en las escuelas los SECRETOS SEXUALES?
La SEP publicó en 1934 un folleto en el que se recopilaron las principales
opiniones, tanto a favor como en contra, de la educación sexual: Algunos datos y opiniones sobre la educación sexual en México. El folleto señala de manera reiterada los prejuicios religiosos y su influencia negativa que limitaba debatir con claridad el asunto de la educación sexual. La posición de Bassols en cuanto a la religión era muy clara, era un decidido promotor del laicismo y convencido de erradicar de las escuelas del país, tanto públicas como privadas, toda influencia religiosa.
La ley que promovió durante su primera gestión en la SEP, bajo presidencia de Pascual Ortiz Rubio, acerca de la incorporación de escuelas secundarias privadas[5] es un claro ejemplo, pues se refería a evitar la incorporación a cualquier escuela secundaria manejada por una organización religiosa en la secundaria; prohibía toda enseñanza religiosa en la secundaria y además prohibía también la participación de los ministros de cualquier culto en la enseñanza de las escuelas no incorporadas. Situaciones que provocó reacciones tanto de la Iglesia como de la UNPF y que marcaron un antecedente importante en las posteriores acciones de Narciso Bassols, a quien identificaban como anticlerical.
El conflicto de la educación sexual adquirió insospechadas dimensiones; grandes manifestaciones y concentraciones públicas se suscitaron en varias partes del país en contra de este proyecto, en ocasiones a la voz de “Viva Cristo Rey”[6], ecos de la violenta década pasad y que ponía de manifiesto que a la enseñanza sexual se le consideraba una campaña anticlerical porque cuestionaba el papel de la religión en aspectos como la reproducción y la familia. Además, se promovieron toda clase de rumores en los que se decía que la SEP ya implementaba dicha educación, suscitándose hechos en los que varios niños habían sido “seducidos” por sus maestros, o que a los niños se les obligaba a realizar “prácticas inmorales”.
A las manifestaciones en contra de la educación sexual se unieron algunos ex líderes magisteriales y otros docentes que a raíz de las reformas de Bassols perdieron poder y posiciones, promoviendo una oposición sistemática con medias que abarcaban plantones en las escuelas, cartas al Presidente, boicot a clases, a tacar a docentes y directores simpatizantes, hasta la deserción de los chicos de las primarias.
En medio de este clima, la resolución en 1933 del Partido Nacional Revolucionarios (PNR), al incluir la educación socialista en su programa de acción fue visto como una medida que apoya la implantación definitiva –en un futuro cercano-, de la educación sexual, lo cual trastocó aún más la polémica, con lo que la protesta se acentuó.
Bassols renunció en mayo de 1934 en una carta dirigida al presidente (Abelardo) Rodríguez en la que, entre otras cosas, señalaba:
La forma enérgica y rotunda en que me sostuvo usted a través de las numerosas dificultades suscitadas por los católicos, por la prensa reaccionaria, por antiguos elementos de la propia administración, por los críticos oposicionistas, por unos cuantos líderes magisteriales que se decían ser del magisterio mismo, por falsos estudiantes universitarios, animados de tendencias mezquinas y, por supuesto, los padres de familia que no actúan por cierto como tales, sino como simples hijos de la Iglesia.[7]
El proyecto tras dos años de intensa pugna se canceló definitivamente.
Tomado de Educación 2001, México, # 18 de noviembre de 1996, pp. 42-43.
Notas
* El término eugenésico alude a la ciencia que estudiaba desde un punto de vista biológico la mejora de una especie vegetal o animal.
[1] Ernesto Meneses, Tendencias educativas oficiales, 1911-1934, México, CEE-UIA, 1986, p. 630.
[2] Ibid.
[3] Meneses, op.cit., p. 633.
[4] Ibid.
[5] Memoria SEP, 1932, pp. 162-165.
[6] John A. Britton, Educación y radicalismo en México, México, Sepsetentas, 1976, vols. I y II.
[7] Citado por Meneses, op.cit., p. 642.
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